De nuevo un libro y de nuevo una lectura en dos tiempos, pero -ojo- el mérito no es mío (a pesar del hábito) sino de su autor: Jesús Álvarez, un periodista que publica su primer trabajo literario con el título de «EL INGENIERO QUE NO SABÍA BAILAR», y al que agradezco su deferencia y regalo.
Os dejo la sinopsis y a continuación mi opinión personal:
«Álvaro, un ingeniero sevillano de 50 años, exjugador universitario de baloncesto, casado y sin hijos, pierde su empleo como jefe de calidad de una importante fábrica de automoción, al principio de la crisis. A partir de ese momento una serie de acontecimientos extraordinarios le conducirán, en menos de tres años, a la indigencia económica y a un comedor social de la Orden de San Juan de Dios. Allí conocerá a Laura, una trabajadora social de la Orden, que trata de ayudar a personas que lo han perdido todo, y se reencontrará con Pablo, un brillante informático al que el alcohol arruinó su prometedora carrera laboral, y que vive en la calle con un grupo de mendigos que sufren el odio y la violenta persecución de un grupo de adolescentes. Una historia de caídas y renacimientos, de amor y desamor, de amistades inesperadas, de segundas oportunidades, que transcurre en pleno centro de Sevilla».
Es este un libro que me ha hecho pensar y que me ha dejado un poso nuevo: el de observar la vida desde un ángulo distinto. Desde esa esquina conflictiva que todos rehuimos y de la que nada queremos saber. Desde la marginalidad que otorga la caída libre. Un poso, también, de tolerancia y comprensión. De solidaridad y respuesta, y por ello doy por segunda vez las gracias a Jesús Álvarez. A Álvaro. A Laura. A Clara. A Pablo. A Manuel, Pedro, Marcos, Carmen… Todos ellos, personajes de la novela, lucen magníficos incluso en sus peores momentos, y nos reconcilian con el ser humano e imperfecto que somos.
El ingeniero es una valiosa primera obra, no exenta de esos pequeños deslices de todo autor novel (que me lo digan a mí). Sin embargo la historia -profunda y emotiva- sobrevive triunfante y de manera notable a lo primerizo, y discurre con elegancia ante los ojos del lector, enseñándole a vivir de otro modo, con otra mirada y otras prioridades. La esperanza se oculta y se muestra de forma continua a lo largo de la obra, rescatándonos del lodo cuando lo necesitamos, para volver a dejarnos caer -una y otra vez- hasta que ya no podemos más… ¿O sí?
Os animo a descubrir a este peculiar ingeniero de Jesús Álvarez, y a compartir el hecho innegable de que el hombre es único en su capacidad de llegar a lo peor, y también a lo mejor. Un ejemplo de esto último es «EL INGENIERO QUE NO SABÍA BAILAR».
No os perdáis sus Pasos…